EL VIRUS DE LA IGNORÀNCIA



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LA FELICITAT by Josep F. López

Caspar Friedrich, El caminant sobre el mar de núvols. 1818.
Proposar treballs voluntaris als alumnes és obrir la possibilitat d'un espai més lliure, més personal, més creatiu on pensament i sentiment es confonen i on la filosofia connecta més que en altres esferes amb la vida real, amb els problemes i les reflexions actuals dels joves. Són aquestos els treballs que m'encisen i on els alumnes, pense, gaudeixen de veritat, si és que accepten el repte del diàleg filosòfic amb mi. 

Aquest és un testimoni del curs 2014/15... de Josep F. López i Torres, alumne de 4A ESO.


La felicidad, ¿qué es? Un momento de nuestra vida en que creemos que se ha superado una resistencia. Me gustaría hacer un especial énfasis en la palabra creemos. Sí, creemos. Da igual que no lo hayamos superado realmente, el solo hecho de creer superarla nos condiciona al momento ser felices. Sí, momento, porque la felicidad es finita, empieza y acaba (como todo); es un momento de la vida. No hay épocas felices, sino momentos. Por ejemplo, Punset define en una de sus conferencias la felicidad como el pensamiento de serlo. Sí, muy sencillo todo. Punset pone como ejemplo a su perra y dice que ella le ha enseñado animaladas de cosas que para él son tan normales que las omite. Dice que cuando pone la comida a la perra ella ya es feliz, aunque no esté comiéndola: ella ya es feliz. Eso es, la antesala; el superar una resistencia que es el hambre, aunque no está comiendo, pero ella, al creer que va a comer, está feliz.

En mi conclusión final de la felicidad expongo que yo soy feliz cuando estoy con mi novia (sí, ya es novia) porque me hace sentir por encima seis mil metros de todos los mortales y no hay nada mejor que el dulce despertar de pensar en ella, como una agonía que me mata cada mañana y el hecho de saber que pasa el día sin verla me hace sufrir tanto que muere mi oh triste corazón. Y es eso, la situación normal del ser humano es sufrir por la resistencia de algo, cuando lo superamos, tachán: felicidad. Qué simples somos (qué simple soy), siempre pensando en cómo tener más, cómo abarcar más, cómo concentrar todo lo bueno en nuestras vidas. ¡Si es que lo mejor es lo malo! Amemos nuestras dificultades, yo amo mi mayor dificultad (de la cual me aterroriza pero lo admito): ella. Ella es mi ángel inmortal, mi amada eternamente.

Leo mi descripción de personalidad y la comparo con esto que me está pasando y válgame yo (Dios) que menuda clase de teoría más difícil he tenido; por lo tanto, ¿cuando somos felices cambiamos nuestros planes a futuro? ¿Cuando no somos felices, cuando sufrimos, tenemos un pesimismo interno que nos hace desear estar solos porque el solo hecho de pensar que ella (mi oh amada eternamente) me pueda hacer daño me mata? ¿O es que cuando somos felices nos volvemos optimistas y decimos: “coño, quiero tener 1234567890 hijos con ella y acto seguido imaginar nombres y apellidos”? Doña Leovigilda López Ramírez.
  
La felicidad es buena, por supuesto, todos queremos la felicidad porque es superar una resistencia y ganar siempre es bueno y lo que no me mata me fortalece y lo que me sirve para ser mejor me hará mucho mejor aún y la concentración de todo esto me hará muchísimo mejor y por lo tanto el mejor y ser el mejor es lo importante porque si no eres el mejor no eres nadie y si eres nadie no importas nada. (Momento Cortázar, sugiero leer rápido para entender el cinismo).

No. La felicidad, por muy rápida que vaya siempre (y lo curioso que siempre vaya tan rápida y tan lento el sufrimiento) es entendida siempre como lo bueno. ¿Por qué es bueno ser débil? Es malo: Todo lo malo procede de la debilidad. Por supuesto, siempre hay miles de millones de interpretaciones y lo que es malo para ti para otro es bueno y viceversa. Pero, ¿quién elige lo bueno? ¿Podemos concienciarnos de que todo es bueno y por lo tanto ser felices siempre y romper mi máxima de que somos felices solo durante un momento? Poder claro, pero creo que la filosofía de la calle no nos permite pensar en felicidad (porque no, en España no nos gusta hablar de la felicidad) y al no pensar en ésta pensamos además que es buena, curiosamente siempre buscamos ser felices: Felicidad como estilo de vida.

No es mala idea una vida totalmente feliz, ¿pero es triste una vida estando totalmente sufriendo? Somos hiperbóreos, buscamos siempre la felicidad porque es lo bueno.

Me gusta comparar la vida con la música, pero exige una explicación demasiado compleja. Pensemos en una sinfonía; en una obra extensa. Tiene muchos movimientos (o solo uno); puede ser largo o corto, como la vida misma. Puede tener movimientos dentro del mismo movimiento (tristeza dentro de la alegría). En la música el oyente no se suele dar cuenta (porque el que toca es un Dios y no deja ver el auténtico arte mental que tiene dentro, solo el arte puro) pero cuando hay una progresión ascendente de la armonía la música aumenta el ritmo y la sonoridad (suena más fuerte y va más rápido), lo mismo pasa en una progresión descendente de la música. Por lo tanto, me gustaría hacer un paralelismo en que los progresos ascendentes armónicos es el momento feliz y los progresos descendentes armónicos son los momentos infelices (efectivamente, la infelicidad sigue las mismas reglas que la felicidad; solo un momento) y el estado normal de la música se basa por pequeñas contraposiciones que no llegan a ser felicidad y no llegan a ser infelicidad: sufrimiento.

 Después de esta pequeña explosión a nivel artístico ...


La sinfonía de nuestra vida tiene varios movimientos, pero pensar en una sinfonía que siempre crece y va más rápida al final es un sin sentido que no podemos vivir por la rapidez y sonoridad que hay; la vida es un bucle, un eterno retorno al sufrimiento, una constante fuerza de poder que nos hace volver al mismo origen; un eterno retorno de y a lo mismo.

“La vida, sin la música, sería un error”. Nietzsche.


NI RATOLINS NI FLAUTISTES


Ben lluny d'aquella imatge de faula del Flautista d'Hamelí 
que usava la música per seduir als pobres ratolins, 
els quals embruixats, perseguien al flautista.
Ni ratolins disciplinats 
ni flautistes.
Ni hem de ser, 
ni heu de ser.
Més bé músics, 
creadors,
artistes de la vida.